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Adicción al Cannabis

ADICCIÓN AL CANNABIS

El problema de la adicción al cannabis

El cannabis es una sustancia psicoactiva que procede de la planta Cannabis sativa. Su compuesto principal, el tetrahidrocannabinol (THC), actúa sobre el sistema nervioso central con efectos depresores y, en ocasiones, alucinógenos. Entre sus derivados se encuentran la marihuana, el hachís y el aceite de hachís, que se consumen sobre todo fumados o inhalados, aunque también por vía oral en preparaciones culinarias.

En nuestro país, el cannabis es la droga ilegal con mayor prevalencia. Lo utiliza alrededor del 9% de la población adulta de 18 a 64 años, y cerca del 13,5% de los adolescentes de 15 a 17 años.

Sus efectos incluyen desinhibición y euforia, pero también pueden aparecer taquicardia, somnolencia y alteraciones de la percepción sensorial; entre los riesgos destacan crisis de pánico y ansiedad, hipotensión, trastornos psiquiátricos, etc. Su consumo genera tolerancia, síntomas de abstinencia y dependencia psicológica.

El programa específico para el tratamiento del cannabis nace como respuesta al notable aumento de solicitudes de ayuda, probablemente ligado al crecimiento del número de usuarios de esta sustancia. Sabiendo que el cannabis es la droga ilegal más extendida en España y que la percepción social del riesgo es baja —tanto en la comunidad como entre quienes lo consumen—, nuestro abordaje se diseña para ser concreto y diferenciado para este tipo de consumo.

Suelen identificarse dos perfiles principales de consumo:

Los jóvenes, que lo emplean como facilitador de la socialización y del sentimiento de pertenencia al grupo, con muy baja percepción del riesgo y, a menudo, junto a un uso abusivo de alcohol. La edad de inicio en el consumo de drogas se sitúa en torno a los 13 años y tres de cada cuatro jóvenes consumen tabaco, cannabis y alcohol. En estos casos es frecuente que sea la familia quien solicite ayuda, preocupada por el consumo y por sus consecuencias psicosociales: bajo rendimiento escolar, abandono de actividades de ocio, distanciamiento familiar, cambios del estado de ánimo, etc. En determinados casos, este inicio precoz puede precipitar brotes psicóticos, situaciones especialmente graves que requieren atención psiquiátrica y la interrupción inmediata del consumo.
Los adultos, con mayor estabilidad socio-laboral, que venían manteniendo un uso más “adaptado”, generalmente fuera del horario de trabajo, convencidos de su supuesto efecto ansiolítico, pero que desean reducir o dejar el consumo.

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