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Adicción al Alcohol

ALCOHOLISMO

El consumo de alcohol en nuestro país

España cuenta con una larga tradición vitivinícola y es uno de los principales productores y consumidores de bebidas alcohólicas del mundo. El alcohol se considera la droga legal más consumida en el país: cerca del 80% de los adultos entre 15 y 64 años reconoce consumirlo, con una mayor ingesta entre los hombres que entre las mujeres. La edad de inicio en el consumo de alcohol es preocupantemente temprana, situándose en torno a los 16 años de media. Además, uno de cada diez adultos se declara bebedor diario, y dos de cada cinco hombres de entre 15 y 34 años reconocen haberse emborrachado al menos una vez en el último año, lo que evidencia la normalización del consumo y la necesidad de reforzar las políticas de prevención.

El consumo por atracón, conocido como binge drinking, se refiere a la ingesta excesiva de alcohol en un corto periodo de tiempo —equivalente a cinco o más copas en los hombres o cuatro o más en las mujeres—. Este patrón de consumo perjudicial se concentra principalmente entre los adultos jóvenes de 20 a 29 años, aunque afecta ya a alrededor del 15% de la población adulta, con una preocupante tendencia al alza. Este tipo de consumo aumenta el riesgo de problemas de salud, accidentes y conductas de riesgo, por lo que su prevención es una prioridad en las estrategias de salud pública.

Efectos del alcohol en nuestro cuerpo

El alcohol es una droga depresora del sistema nervioso central que actúa inhibiendo progresivamente las funciones cerebrales y afectando el control, la coordinación y el juicio. El etanol o alcohol etílico es su principal componente, y su concentración varía según el proceso de elaboración de cada bebida. Las bebidas alcohólicas pueden clasificarse en fermentadas, como el vino, la cerveza o la sidra, y destiladas, como el whisky, la ginebra o el ron, entre otras. La graduación alcohólica de estas últimas es significativamente más alta, lo que incrementa su potencial de daño físico y psicológico si se consumen en exceso

El alcohol ingerido a través de las bebidas se absorbe en el aparato digestivo y pasa rápidamente a la circulación sanguínea, donde puede permanecer hasta 18 horas antes de ser eliminado por el hígado. Este órgano es el principal encargado de metabolizar el etanol, pero su sobrecarga continua genera graves consecuencias para la salud. La presencia prolongada de alcohol en el organismo y su consumo repetido son responsables de la mayoría de las lesiones asociadas al abuso de esta sustancia, entre ellas la cirrosis hepática y diversas encefalopatías, en las que el funcionamiento del hígado y del cerebro se ve gravemente afectado.

Pocos minutos después de ingerir alcohol comienzan a manifestarse sus efectos inmediatos, entre los que destacan la desinhibición, la euforia, la relajación y el aumento de la sociabilidad. Estos síntomas pueden hacer que el alcohol se confunda erróneamente con una droga estimulante, aunque en realidad es depresora del sistema nervioso central. A la vez, aparecen dificultades para hablar, problemas de coordinación motora, lentitud mental y, en casos de exceso, intoxicación aguda. Los efectos del alcohol varían no solo según la cantidad consumida, sino también en función de la edad, el sexo y el peso corporal de cada persona, factores que influyen directamente en la tolerancia y los riesgos asociados.

A corto plazo, el abuso de alcohol conlleva graves riesgos para la salud y la seguridad personal. Entre sus consecuencias más inmediatas se encuentran: Intoxicación etílica, que en casos extremos puede derivar en coma etílico e incluso muerte. Aumento de las conductas de riesgo, ya que el alcohol desinhibe y genera una falsa sensación de seguridad. Esto se traduce en una mayor probabilidad de sufrir accidentes de tráfico o laborales, así como de participar en prácticas sexuales de riesgo. Reconocer estos efectos tempranos es clave para prevenir el consumo abusivo y sus consecuencias potencialmente mortales.

A largo plazo, el consumo abusivo de alcohol provoca graves consecuencias para la salud física, mental y social, además de generar conflictos familiares y laborales. Estos efectos pueden aparecer incluso en personas que no han desarrollado una dependencia. Entre las principales consecuencias del abuso prolongado de alcohol se encuentran la agresividad, las alteraciones del sueño, la depresión, el deterioro cognitivo, las disfunciones sexuales, la cirrosis hepática, las encefalopatías, distintos tipos de cáncer, así como demencias y psicosis. El consumo continuado afecta de forma progresiva al cerebro, hígado y sistema nervioso, comprometiendo la calidad de vida y aumentando el riesgo de mortalidad prematura.

Consumo de alcohol con riesgo

Todo y que la Organización Mundial de la Salud (OMS), indica que no hay cantidad “segura” por debajo de la cual no haya riesgo, se establecen tres categorías de bebedores en función de cantidad ingerida y del sexo. Para calcular la cantidad de alcohol ingerida se utiliza la UBE (unidad de Bebida estándar):

En España, se estima que alrededor del 12,2% de los hombres y el 4,9% de las mujeres son bebedores de alto riesgo, mientras que un 5% de los hombres y un 2,3% de las mujeres se consideran bebedores peligrosos, según los datos más recientes sobre consumo de alcohol. La consecuencia más grave del consumo excesivo y continuado de alcohol es el trastorno por dependencia del alcohol, conocido comúnmente como alcoholismo. Esta enfermedad crónica se caracteriza por un consumo incontrolado de bebidas alcohólicas que deteriora la salud física y mental y afecta gravemente la vida familiar, laboral y social de la persona afectada. Reconocer los signos tempranos y buscar ayuda profesional son pasos fundamentales para prevenir la evolución hacia la dependencia.

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